jueves, agosto 31, 2006

12/08/06: Y… salte! (parte 2)

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Tras el chocolate caliente, y el cambio de ropa preceptivo, emprendemos el camino de regreso para la zona de las lanchas. Esta vez el cielo se ha abierto y luce un sol radiante.
Pedimos si es posible adelantar el “paseo” para así ganar un poco de tiempo, y dado que en la próxima salida quedan plazas libres, nos hacen el cambio.

Bajamos a la caseta del chek-in al lado del río, y allí nos equipan con un chubasquero negro y un salvavidas. Vestidos de esa guisa nos avisan que tenemos que esperar un poco hasta la llegada de la lancha. Creemos que vamos a viajar sólo hasta que de repente aparece un autocar que vacía 25 personas más. Maru y yo estamos al principio de la cola por lo que la táctica es conseguir ponernos en primera fila de la barca, justo al lado del conductor. Queremos ver las emociones del “paseo” en primera fila.

Las lanchas tienen capacidad para unas 14 personas, tienen dos poderosos motores que impulsan la barca por la propulsión del agua de “chupan” del propio río. Este sistema de propulsión y el hecho de que no tengan casi quilla, hace que puedan navegar sólo con un palmo de agua, cojan velocidades impresionantes y que estén permanentemente “derrapando”.

Los pilotos están como una chota. Llevan las barcas al límite de las rocas, y ahora entendemos perfectamente porque es peligroso navegar con ellos si llueve y no tienen una perfecta visibilidad. Como se les vaya un poquito el acelerador, acabamos de “Garfield” en cualquier roca del río. Además, les encanta hacer trompos de 360 grados con las barcas y pasar tan cerca de las rocas que el agua que desplazan empapen a los ocupantes de las lanchas. Una autentica gozada para los que nos gusta la velocidad y las emociones fuertes.

A medio “paseo” una nube se pone a descargar granizo cuajadito que no se deshace al contacto con la piel. Y nosotros que nos reíamos de uno de los turistas que viaja con las gafas de esquí puestas. La velocidad, el frío y el granizo no nos deja abrir casi los ojos, las orejas y las mejillas nos duelen un montón golpeadas por pequeñas agujas de hielo. Menos mal que nos quedaba poco. Además, el piloto comunica a la central que se anulan las próximas salidas hasta próxima orden. Qué poquito nos ha faltado!!!!

De todas formas, cuando bajamos de la barca, el sol vuelve a brillar. Está siendo un día de locos en cuanto al tiempo… llueve, sol, llueve, sol, llueve, graniza, sol… Un poti-poti!!!

Visto como esta el tiempo, antes de emprender camino para Te Anau, decidimos pasar por Queenstown otra vez y comprar una capelina para la Maru. No sólo la encontramos, sino que además está más barata que en Barcelona. Cachis!!!

Como queremos llegar lo más pronto posible a destino, pasamos de parar a comer. Así que pasamos el hambre con unos pretzel (empiezan a convertirse en un clásico) y con galletas de naranja y chocolate. La misión es llegar a tiempo para contratar el crucero por los fiordos de Milford Sound para mañana.

La carretera bordea el lago Wakatipu y es imposible no pararse cada dos por tres para hacer fotos. Vuelve a lucir el sol y los colores del paisaje son de flipe!!! Sólo tenemos que poner la cámara de fotos en marcha, encuadrar mínimamente y apretar el disparador para obtener una postal.

No nos podemos entretener, así que continuamos camino y nos adentramos en una zona de llanuras de color paja. Me está venciendo el sueño, así que intercambiamos conductores y llegamos a Te Anau hacia las 17:00.

El primer centro de información ya lo encontramos cerrado. Pero si sólo son las 17:10!!!! En España todavía no habrían vuelto de la siesta!!! Un poco cabreados decidimos entrar en el pueblo y buscar alguna alternativa. Vemos una oficina de “Real Journeys”, uno de los operadores de cruceros de la zona, y nos tiramos de cabeza a ver si están abiertos. Sí!! Estos no cierran hasta las 19:00. Menos mal!!

Contratamos el crucero con viaje en autocar incluido. El paso hasta Milford requiere cadenas y preferimos no arriesgarnos (además no hemos hecho prácticas con ellas). Que se encarguen los profesionales.

Salimos en busca del camping preceptivo y lo encontramos muy fácilmente. Te Anau está justo al lado de un inmenso lago y sólo tenemos que bordearlo un poco para encontrarlo. Dado que la excursión de mañana nos va a ocupar casi todo el día, contratamos 2 noches en el mismo camping. Tenemos suerte pues la verdad es que es muy bonito y tiene unas equipaciones excelentes.

Como es prontito, decidimos salir a dar un paseo que “curiosamente” acabamos en una tienda de souvenirs. Tienen de todo y la VISA acaba “pagando el pato”. Paciencia, ya estaba aVISAda!!!

Después de las compras, y dado el frío “de pistas” que hace en la calle, qué mejor que tomarse una cervecita al lado de una chimenea y sentados en sendos sofás. Esto son vacaciones y lo demás son tonterías!!!

Regresamos al camping y nos preparamos una cena-homenaje ya que no hemos saltado la comida. Hoy toca lacitos con salsa boloñesa. La carne picada saldrá de los 3 filetes que todavía quedan y que Carlos pica a mano con el cutre-cuchillo de la caravana. Santa paciencia!!! El tomate es espeso de la leche, pero al final acaba saliendo una cena de rechupete.

Una vez recogido todo, nos pegamos una DUCHA con agua caliente (así con mayúsculas) que nos deja relajaditos. Además, mañana podremos dormir hasta tarde, puesto que hasta las 09:30 no nos pasa a recoger el autocar. Yupi!!!!

A dormir!!!


Carlos :)