25/08/06: Se acabó! :~(
¡Qué fuerte! No hay palabras para describir lo que vemos, pero sí estómago: menudo salón, menudo buffet, menudo banquete nos espera!
El comedor tiene una cocina abierta, con cuatro cocineros sacando platos recien hechos. De todo y de todas partes. Incluso hay una mesa de fruta cortadita, lista para comer, un rincón lleno de panes y de bollería recién hecha. ¡Qué placer!
Nos acomodan en una mesa y nos traen, sin perder tiempo, la bebida que pedimos: café, chocolate... Mientras, el resto del grupo va bajando y gritan igual que nosotros al entrar en el salón.
Nos ponemos ciegos a comer porque ya sabemos el menú que nos van a dar en el avión... y ya se sabe: no comer por haber comido, no es tiempo perdido.
Vamos al aeropueto en cinco minutos y pululamos por allí hasta embarcar. En el control de acceso me han llegado a abrir la botella de agua que llevaba en la bolsa y nos han hecho descalzar para pasar por el scanner. Eso sí, nos han dejado unos zuecos para que no tuviéramos que ir descalzos.
El grupo que hemos hecho con los otros españoles del avión es majo. No paramos de hablar, por lo que el tiempo pasa rápido, ameno y de hecho, tenemos que ir controlando el reloj para no despistarnos. Finalmente, nos despedimos de una de las miembros del grupo que va vía Londres a Madrid.
Una vez embarcamos en el avión, nos toca ventanilla, por lo que iremos un poco estrechos durante el vuelo. Pero nos consuela que cada asiento tiene su propia pantalla con videojuegos y 40 películas para escoger. Ya sabemos cómo vamos a pasar las próximas 11 horas. Jugamos los dos al "Tetris" en una misma partida (qué manera de putearnos uno al otro!), vemos chorrocientas películas, comemos lo mismo de siempre... a pesar de todo, el viaje se está haciendo muy, muy largo.
Por fin aterrizamos en Frankfurt. Pasamos control de seguridad y nos hacen abrir mi bolsa por completo (cámaras, cargadores, walky-talkies... toda la electrónica del mundo!). Bueno, pasamos el trago y vamos a la caza del mostrador de la compañía Lufthansa para recoger las tarjetas de embarque.
La chica que nos atiende habla en español y nos explica que las maletas están de camino a Barcelona, pero no nos puede asignar los asientos (mmmmmm qué raro!!). Nos dirigimos a la puerta de embarque, donde nos despedimos de Iñaki&Lourdes, otros españoles del grupo cuyo vuelo sale antes.
Estamos esperando sentados en uno de los sofás, cuando vemos con sorpresa nuestros nombres una pantalla de una de las teles de la sala. No es posible!!! Es la lista de pasajeros en overbooking y somos los dos primeros.
La azafata nos dice que hay que esperar a que estemos todos los pasajeros, y luego nos dirán qué es lo que van a hacer. Al cabo de un rato nos llama y nos ofrece pasar la noche en un hotel, salir mañana, y una compensación económica. Pero ya llevamos 22 horas de vuelo y tenemos ganas de llegar a casa. Así que la respuesta es un "no" rotundo. Queremos estar esta noche en Barcelona.
Finalmente, salimos con retraso y en asientos distintos, pero ya estamos tan cansados que nos da igual. Nos pasamos medio vuelo durmiendo.
La llegada a Barcelona es impresionante porque chocamos de lleno con una tormenta eléctrica sobre el aeropuerto, y que obliga al piloto a abortar el primer intento de aterrizaje. Que cague!! El espectáculo de los rayos es brutal pero... mejor que aterrice rápido!!
El segundo intento es el definitivo. Ahora sí que el viaje ya se ha acabado. Ahora la única aventura que nos queda es ver si han llegado las maletas. El aeropuerto está a reventar, hay maletas por todas partes, y la verdad no tenemos muchas esperanzas de que hayan llegado todas sanas y salvas. Esperamos un buen rato y finalmente, se empieza a mover la cinta...
No es posible!!! Salen las tres maletas intactas y en seguida. Ole y ole!!!!
Pues ya está. Con las maletas y con los recuerdos vividos en las últimas semanas a cuestas, cerramos otro viaje. Habrá que pensar en el próximo. ¡La ilusión de otra aventura!
Kiaora!!