18/08/06: Adiós Isla Sur! ... Hola Isla Norte!
Hoy nos levantamos tardecito para lo que estamos acostumbrados: a las 7:00 (bueno Maru antes, porque se ha despertado y no puede estar en la cama sin dormir).
Desayunamos com siempre y antes de dejar el cámping intentamos arreglar el problema del agua sucia de la ducha. Movemos la caravana para que la inclinación favorezca que se vaya por el desagüe y nos ayudamos con agua limpia de la ducha. Queda medio decente, pero a la noche tendremos que rematar la faena! Por Dios, esto empieza a oler a rayos!!!
Una vez solventado el tema del agua sucia, nos dirigimos a la tienda de souvenirs tal y como tenemos previsto. Llegamos 10 minutos antes, por si les da por abrir un poco antes. Van pasando los minutos y abren todas las tiendas de la calle menos la que nos interesa. Lamentablemente, se hacen las 9:10 y decidimos no esperar más y marcharnos. Qué pena (por no decir cabreo!)!!! Pero no podemos llegar más tarde al ferry.
Como el camino lo tenemos ensayado de ayer, llegamos en un plis-plas y nos ponemos en la cola de embarque. (Qué rábia!! Si llegamos a saber que nos tenemos que esperar 20 minutos más para embarcar, nos habríamos quedado un rato más a ver si abría la tienda).
Dentro de las tripas del barco, nos ponen a todas las camper juntas, apretaditas como sardinas en lata. Una vez cerrada, nos vamos para las cubiertas superiores a buscar un hueco en el que pasar el viaje. Hacemos unas cuantas fotos aprovechando que el día se ha levantado claro (pero con un frío importante!).
Zarpamos y la salida nos recuerda a los fiordos del Milford Sound, ya que es entre montañas. Sopla un viento fuerte (menos mal que me compré el gorro polar, porque se me hielan las orejas!) y en cuanto salimos a mar abierto, la cosa se pone todavía más cruda. Entramos a tomarnos un té calentito y a trabajar un poco en el diario. Todavía nos queda mucho que escribir y recortar de lo que hemos vivido estos días en la Isla Sur.
Encontramos una mesa en un rincón y nos ponemos a trabajar. Mención especial para las abuelitas que tenemos en una mesa cercana. Parece que sean todas miembros honoríficos de algún casal Sant Jordi de NZ, pero meten un follón que pa’ qué. Están jugando a cartas y los gritos por cada jugada resuenan por todo el barco. Para acabar de rematar, cada dos por tres salen a fumar a cubierta. Si es que la tercera edad ya no es lo que era. Cuánto vicio!!!
En mar abierto el barco empieza a moverse un poco, y para evitar marearnos y como llevamos cansancio acumulado, decidimos tumbarnos en unos butacones para dormir la siesta de la burra (la de antes de comer!!).
No sabemos cuánto tiempo hemos estado durmiendo, pero nos despertamos justo antes de que el micrófono del barco informe de que en 10 minutos llegamos al puerto de Wellington. Volvemos a salir a fuera, a echar algunas fotos. Llevamos mucho rato sin hacer ninguna y ya tenemos mono.
Fuera sopla un viento fuerte, tanto que casi se lleva a Maru con cámara incluida. De todas formas conseguimos hacer algunas instantáneas de nuestra llegada a la Isla Norte. Wellington ya tiene pinta de ciudad más importante, puesto que se distinguen algunos rascacielos.
En nada avisan a los conductores que ya podemos bajar a los vehículos, así que nos dirigimos a las bodegas para estar preparados en cuanto nos dejen salir. Aunque teníamos nuestras dudas, la cosa va muy rápida y salimos del barco a las 13:00 y sin contratiempos.
La intención es ver la ciudad y dormir aquí, así que seguimos la caravana de campers (valga la redundancia!) hasta el centro de la ciudad. Para evitar problemas, aparcamos en un parking público e iniciamos nuestra ruta turística (bueno, primero hay que pasar por el banco, puesto que no tenemos ni cash ni monedas y el parkimetro parece que no acepta ninguna de nuestras tarjetas de crédito. Además, vale un riñón!!!).
Paseamos por las cuestas de la ciudad para ver el Parlamento y respirar un poco del ambiente de gran ciudad que teníamos ya olvidado. Después nos dirigimos a la zona del puerto, que según la guía también merece un paseo. Es como la zona de la villa olímpica, lleva de tiendas y bares de nivel, acorde con el ambiente financiero y de oficinas que respira la zona.
Se nos han pasado el par de horas que teníamos pagados en el parkímetro, así que volvemos a la camper y nos vamos a otra zona de la ciudad. Aterrizamos en Cuba St., una zona más “alternativa” de la ciudad. Es una zona peatonal y llena de comercios, que nos recuerda a la zona de Puerta del Ángel de Barcelona por la cantidad y variedad de gente que pasa por ellas.
Se nos ha hecho la hora de comer, por lo que decidimos buscar algún sitio para el “avituallamiento”. La cosa está difícil, puesto que vemos restaurantotes chinos, árabes, japoneses pero ninguno que realmente nos atraiga. Finalmente nos paramos delante de un local con cristaleras que parece acogedor e invita a relajarse. Es el FLORIDITAS, una pizzería en la que hacen un poco de todo (hasta patatas fritas con alli-oli y que no dudamos en probar. Y están muy buenas!!). Por cierto, un 10 para los cocineros, que aunque son un poco lentos, lo hacen súper bien y con una presentación perfecta.
Salimos redondos y antes de coger la camper, paseamos un poco máss por Cuba St. Una de las tiendas de la calle, esta llena de imanes de nevera y algunos otros pequeños “souvenirs” made in NZ, así que volvemos a pecar. Qué vicio, qué vicio!!!
Aprovechamos que pasamos al lado de un súper para comprar 4 cosas que necesitamos para la despensa y iniciamos la búsqueda del camping. La ciudad es grande y estamos seguros que nos va a costar bastante encontrarlo, puesto que está en las afueras.
Efectivamente, cogemos la carretera que no es y damos algunas vueltas como es ya costumbre (repito, porque no incluyen un GPS con la camper. Así, con todos los cámpings y zonas turísticas ya marcadas. La de kilómetros y gasolina que nos ahorraríamos!!!). Con todo, hemos llegado pronto, y lo primero que hay que hacer es solucionar el problema de las aguas sucias. Vaciamos completamente el depósito y acabamos de limpiar el suelo de la ducha (había vuelto a rebosar) ayudándonos con papel de combate (es un multiusos imprescindible en aventuras como ésta!!!).
Todavía recordamos la comida, así que la cena es ligerita. Un poco de fruta y después de revisar toda la ruta de la Isla Norte en función de los días que nos quedan (los sacrificios han sido muy importantes y tendremos que ir a piñón con lo que al final ha quedado!!) nos vamos al catre. Mañana toca madrugón y palizón para llegar al Tongariro.
Bona nit!!! (por cierto, no hemos encontrado la tienda de los “All Blacks” , por lo que hemos perdido una oportunidad para conseguir la pareja del calcetín que nos regalaron en Dunedin. Tendremos que estar al quite en Auckland!).
Carlos :)
Desayunamos com siempre y antes de dejar el cámping intentamos arreglar el problema del agua sucia de la ducha. Movemos la caravana para que la inclinación favorezca que se vaya por el desagüe y nos ayudamos con agua limpia de la ducha. Queda medio decente, pero a la noche tendremos que rematar la faena! Por Dios, esto empieza a oler a rayos!!!
Una vez solventado el tema del agua sucia, nos dirigimos a la tienda de souvenirs tal y como tenemos previsto. Llegamos 10 minutos antes, por si les da por abrir un poco antes. Van pasando los minutos y abren todas las tiendas de la calle menos la que nos interesa. Lamentablemente, se hacen las 9:10 y decidimos no esperar más y marcharnos. Qué pena (por no decir cabreo!)!!! Pero no podemos llegar más tarde al ferry.
Como el camino lo tenemos ensayado de ayer, llegamos en un plis-plas y nos ponemos en la cola de embarque. (Qué rábia!! Si llegamos a saber que nos tenemos que esperar 20 minutos más para embarcar, nos habríamos quedado un rato más a ver si abría la tienda).
Dentro de las tripas del barco, nos ponen a todas las camper juntas, apretaditas como sardinas en lata. Una vez cerrada, nos vamos para las cubiertas superiores a buscar un hueco en el que pasar el viaje. Hacemos unas cuantas fotos aprovechando que el día se ha levantado claro (pero con un frío importante!).
Zarpamos y la salida nos recuerda a los fiordos del Milford Sound, ya que es entre montañas. Sopla un viento fuerte (menos mal que me compré el gorro polar, porque se me hielan las orejas!) y en cuanto salimos a mar abierto, la cosa se pone todavía más cruda. Entramos a tomarnos un té calentito y a trabajar un poco en el diario. Todavía nos queda mucho que escribir y recortar de lo que hemos vivido estos días en la Isla Sur.
Encontramos una mesa en un rincón y nos ponemos a trabajar. Mención especial para las abuelitas que tenemos en una mesa cercana. Parece que sean todas miembros honoríficos de algún casal Sant Jordi de NZ, pero meten un follón que pa’ qué. Están jugando a cartas y los gritos por cada jugada resuenan por todo el barco. Para acabar de rematar, cada dos por tres salen a fumar a cubierta. Si es que la tercera edad ya no es lo que era. Cuánto vicio!!!
En mar abierto el barco empieza a moverse un poco, y para evitar marearnos y como llevamos cansancio acumulado, decidimos tumbarnos en unos butacones para dormir la siesta de la burra (la de antes de comer!!).
No sabemos cuánto tiempo hemos estado durmiendo, pero nos despertamos justo antes de que el micrófono del barco informe de que en 10 minutos llegamos al puerto de Wellington. Volvemos a salir a fuera, a echar algunas fotos. Llevamos mucho rato sin hacer ninguna y ya tenemos mono.
Fuera sopla un viento fuerte, tanto que casi se lleva a Maru con cámara incluida. De todas formas conseguimos hacer algunas instantáneas de nuestra llegada a la Isla Norte. Wellington ya tiene pinta de ciudad más importante, puesto que se distinguen algunos rascacielos.
En nada avisan a los conductores que ya podemos bajar a los vehículos, así que nos dirigimos a las bodegas para estar preparados en cuanto nos dejen salir. Aunque teníamos nuestras dudas, la cosa va muy rápida y salimos del barco a las 13:00 y sin contratiempos.
La intención es ver la ciudad y dormir aquí, así que seguimos la caravana de campers (valga la redundancia!) hasta el centro de la ciudad. Para evitar problemas, aparcamos en un parking público e iniciamos nuestra ruta turística (bueno, primero hay que pasar por el banco, puesto que no tenemos ni cash ni monedas y el parkimetro parece que no acepta ninguna de nuestras tarjetas de crédito. Además, vale un riñón!!!).
Paseamos por las cuestas de la ciudad para ver el Parlamento y respirar un poco del ambiente de gran ciudad que teníamos ya olvidado. Después nos dirigimos a la zona del puerto, que según la guía también merece un paseo. Es como la zona de la villa olímpica, lleva de tiendas y bares de nivel, acorde con el ambiente financiero y de oficinas que respira la zona.
Se nos han pasado el par de horas que teníamos pagados en el parkímetro, así que volvemos a la camper y nos vamos a otra zona de la ciudad. Aterrizamos en Cuba St., una zona más “alternativa” de la ciudad. Es una zona peatonal y llena de comercios, que nos recuerda a la zona de Puerta del Ángel de Barcelona por la cantidad y variedad de gente que pasa por ellas.
Se nos ha hecho la hora de comer, por lo que decidimos buscar algún sitio para el “avituallamiento”. La cosa está difícil, puesto que vemos restaurantotes chinos, árabes, japoneses pero ninguno que realmente nos atraiga. Finalmente nos paramos delante de un local con cristaleras que parece acogedor e invita a relajarse. Es el FLORIDITAS, una pizzería en la que hacen un poco de todo (hasta patatas fritas con alli-oli y que no dudamos en probar. Y están muy buenas!!). Por cierto, un 10 para los cocineros, que aunque son un poco lentos, lo hacen súper bien y con una presentación perfecta.
Salimos redondos y antes de coger la camper, paseamos un poco máss por Cuba St. Una de las tiendas de la calle, esta llena de imanes de nevera y algunos otros pequeños “souvenirs” made in NZ, así que volvemos a pecar. Qué vicio, qué vicio!!!
Aprovechamos que pasamos al lado de un súper para comprar 4 cosas que necesitamos para la despensa y iniciamos la búsqueda del camping. La ciudad es grande y estamos seguros que nos va a costar bastante encontrarlo, puesto que está en las afueras.
Efectivamente, cogemos la carretera que no es y damos algunas vueltas como es ya costumbre (repito, porque no incluyen un GPS con la camper. Así, con todos los cámpings y zonas turísticas ya marcadas. La de kilómetros y gasolina que nos ahorraríamos!!!). Con todo, hemos llegado pronto, y lo primero que hay que hacer es solucionar el problema de las aguas sucias. Vaciamos completamente el depósito y acabamos de limpiar el suelo de la ducha (había vuelto a rebosar) ayudándonos con papel de combate (es un multiusos imprescindible en aventuras como ésta!!!).
Todavía recordamos la comida, así que la cena es ligerita. Un poco de fruta y después de revisar toda la ruta de la Isla Norte en función de los días que nos quedan (los sacrificios han sido muy importantes y tendremos que ir a piñón con lo que al final ha quedado!!) nos vamos al catre. Mañana toca madrugón y palizón para llegar al Tongariro.
Bona nit!!! (por cierto, no hemos encontrado la tienda de los “All Blacks” , por lo que hemos perdido una oportunidad para conseguir la pareja del calcetín que nos regalaron en Dunedin. Tendremos que estar al quite en Auckland!).
Carlos :)


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