21/08/06: Peaso curvas para llegar al “90 miles beach”!
Aunque hoy toca paliza de coche nos hemos levantado a las 6:30, ya que ayer, al final, fue el día que nos acostamos más tarde desde que estamos en NZ (hacia las 24:00, tardíssssimo!!! ;))
Después de desayunar y arreglar un poco la caravana salimos camino a Hamilton, por donde pasamos sin pararnos. No tenemos mucho tiempo y queremos llegar cuanto antes a Whangarei para reservar la excursión al Cape Reinga.
El viaje se hace cómodo y antes de llegar a Auckland decidimos hacer una parada para calentar el cuerpo y el estómago (desayunamos tan pronto que a media mañana ya estamos muertos de hambre!!). Pillamos un local coquetón en un pueblo en el que ni nos hemos fijado (nos han hecho desviar de la carretera principal por culpa del la caravana fúnebre del entierro de la Reina Maorí, que ha muerto estos días). Una vez repuestas las fuertas, retomamos el camino.
El paso por Auckland es un poco de locos. Se nota que es la gran capital del país y además lunes (día de trabajo) por lo que pillamos todas los atascos preceptivos. Cambiamos de piloto (lo coge Maru) y seguimos nuestro camino a Whangarei por la autopista.
El trayecto se hace ahora más rápido pero más monótono. Hay muy pocos puntos donde poder pararse y en cuanto pillamos uno lo aprovechamos. Gasolina y una paradita al lavabo.
En cuanto finaliza la autopista nos adentramos en una carretera que va bordeando la costa con unas vistas espectaculares. Pasamos diferentes pueblos con gran encanto que, por su estructura y tipo de edificios (casa bajita con su jardín y garage), tienen toda la pinta de ser “dormitorios” de Auckland. Vaya como Sant Cugat, Sabadell o Sant Quirze!
Hace un solete espléndido y aunque la carretera es sinuosa, el tiempo pasa rápido y nos plantamos por fin en Whangarei. Evidentemente, lo primero es parar en la primera oficina de información y turismo que vemos (la experiencia es un grado!!) para ver qué excursión pillamos para ir al Cape Reinga. Cogemos todos los folletos habidos y por haber, y nos vamos a la camper a meditar cuál es la mejor opción (este sale de aquí, este hace esto pero sale de allí, este autocar de la foto no me gusta…). Finalmente decidimos seguir subiendo hacia Cape Reinga, ya que la mayoría salen de Kaitaia, y eso nos asegura poder dormir alguna hora adicional mañana. Contratamos la excursión directamente desde el punto de información, y aprovechamos para preguntar sobre tiendas de artesanía y cerámica. Nos indican dos o tres directamente sobre el mapa, pero nos decidimos por la que está más céntrica (no es cosa de desviarnos demasiado, que la ruta es larga!!).
Aparcamos el coche en una plaza y nos vamos paseando hasta la tienda: TUATARA (a Maru le da en la nariz que esta será la tienda. Pobre VISA!!). La verdad es que la tienda es muy mona y evidentemente Maru se pone las botas (un cuadrito y algún que otro cachivache más). De regreso a la camper, pasamos por otra tienda donde vemos las gallinas de Dunedin y que no habíamos vuelto a ver desde una tienda de souvenirs Te Anau. Están pintadas a mano y tienen una carita muy guasona. También caen en la VISA de Maru que parece un pozo sin fondo. Satisfechos con las compras nos vamos a la camper a prepararnos unos bocatas rápidos, que el hambre aprieta pero el tiempo también apremia.
Bocata, galletas y partimos hacia más allá de Kaitaia, que es donde para el camping de hoy, el “90 miles Beach”, el más septentrional de Nueva Zelanda. Mañana, el autocar de la excursión del Cape Reinga nos pasará a recoger directamente por aquí.
El último tramo de la carretera es de curvas cerraditas, cerraditas, con selva llena de palmeras a cada lado. Casi nos mareamos los dos, pero como que queda poquito, hacemos de tripas corazón y seguimos para adelante.
Nos cuesta un poco encontrar la carretera que nos tiene que llevar al camping porque es de las pequeñitas y está escondidita, pero llegamos al camping a la hora prevista. De lo primero que nos damos cuenta es que estamos completamente solos. Después de registrarnos, lo primero es ir a pie a visitar la playa, que la tenemos a menos de 100 metros. Sopla un vendaval de espanto, pero es preciosa! Nos hacemos unas cuantas fotos con todos los ajustes posibles (con flash, sin flash, de cerca, de lejos…). Está anocheciendo por lo que al cabo de un rato volvemos al camping para prepararnos una cena de campeonato. Nos la hemos ganado! Hoy toca pasta y aprovecharemos para darle los honores a la botella de vino tinto que nos regalaron al alquilar la cámper.
La cocina no está muy allá, pero conseguimos prepararnos un plato de pasta de rechupete, tanto que hasta el gato de la dueña nos sigue cual perrito faldero. En cuanto al vino… de gaseosa o sangría, pero tumbamos media botella de todas formas (para cuadrar con el tiempo que nos queda en NZ, eh! ;).
Después de cenar aprovechamos para hacer una colada, que ya toca. Y con el pijama recién lavado puesto, cenados y con la ropa limpia, nos vamos a dormir. Mañana podremos levantarnos tarde. Biiieeeeeennnn!!
Buenas noches.
Carlos :)
Después de desayunar y arreglar un poco la caravana salimos camino a Hamilton, por donde pasamos sin pararnos. No tenemos mucho tiempo y queremos llegar cuanto antes a Whangarei para reservar la excursión al Cape Reinga.
El viaje se hace cómodo y antes de llegar a Auckland decidimos hacer una parada para calentar el cuerpo y el estómago (desayunamos tan pronto que a media mañana ya estamos muertos de hambre!!). Pillamos un local coquetón en un pueblo en el que ni nos hemos fijado (nos han hecho desviar de la carretera principal por culpa del la caravana fúnebre del entierro de la Reina Maorí, que ha muerto estos días). Una vez repuestas las fuertas, retomamos el camino.
El paso por Auckland es un poco de locos. Se nota que es la gran capital del país y además lunes (día de trabajo) por lo que pillamos todas los atascos preceptivos. Cambiamos de piloto (lo coge Maru) y seguimos nuestro camino a Whangarei por la autopista.
El trayecto se hace ahora más rápido pero más monótono. Hay muy pocos puntos donde poder pararse y en cuanto pillamos uno lo aprovechamos. Gasolina y una paradita al lavabo.
En cuanto finaliza la autopista nos adentramos en una carretera que va bordeando la costa con unas vistas espectaculares. Pasamos diferentes pueblos con gran encanto que, por su estructura y tipo de edificios (casa bajita con su jardín y garage), tienen toda la pinta de ser “dormitorios” de Auckland. Vaya como Sant Cugat, Sabadell o Sant Quirze!
Hace un solete espléndido y aunque la carretera es sinuosa, el tiempo pasa rápido y nos plantamos por fin en Whangarei. Evidentemente, lo primero es parar en la primera oficina de información y turismo que vemos (la experiencia es un grado!!) para ver qué excursión pillamos para ir al Cape Reinga. Cogemos todos los folletos habidos y por haber, y nos vamos a la camper a meditar cuál es la mejor opción (este sale de aquí, este hace esto pero sale de allí, este autocar de la foto no me gusta…). Finalmente decidimos seguir subiendo hacia Cape Reinga, ya que la mayoría salen de Kaitaia, y eso nos asegura poder dormir alguna hora adicional mañana. Contratamos la excursión directamente desde el punto de información, y aprovechamos para preguntar sobre tiendas de artesanía y cerámica. Nos indican dos o tres directamente sobre el mapa, pero nos decidimos por la que está más céntrica (no es cosa de desviarnos demasiado, que la ruta es larga!!).
Aparcamos el coche en una plaza y nos vamos paseando hasta la tienda: TUATARA (a Maru le da en la nariz que esta será la tienda. Pobre VISA!!). La verdad es que la tienda es muy mona y evidentemente Maru se pone las botas (un cuadrito y algún que otro cachivache más). De regreso a la camper, pasamos por otra tienda donde vemos las gallinas de Dunedin y que no habíamos vuelto a ver desde una tienda de souvenirs Te Anau. Están pintadas a mano y tienen una carita muy guasona. También caen en la VISA de Maru que parece un pozo sin fondo. Satisfechos con las compras nos vamos a la camper a prepararnos unos bocatas rápidos, que el hambre aprieta pero el tiempo también apremia.
Bocata, galletas y partimos hacia más allá de Kaitaia, que es donde para el camping de hoy, el “90 miles Beach”, el más septentrional de Nueva Zelanda. Mañana, el autocar de la excursión del Cape Reinga nos pasará a recoger directamente por aquí.
El último tramo de la carretera es de curvas cerraditas, cerraditas, con selva llena de palmeras a cada lado. Casi nos mareamos los dos, pero como que queda poquito, hacemos de tripas corazón y seguimos para adelante.
Nos cuesta un poco encontrar la carretera que nos tiene que llevar al camping porque es de las pequeñitas y está escondidita, pero llegamos al camping a la hora prevista. De lo primero que nos damos cuenta es que estamos completamente solos. Después de registrarnos, lo primero es ir a pie a visitar la playa, que la tenemos a menos de 100 metros. Sopla un vendaval de espanto, pero es preciosa! Nos hacemos unas cuantas fotos con todos los ajustes posibles (con flash, sin flash, de cerca, de lejos…). Está anocheciendo por lo que al cabo de un rato volvemos al camping para prepararnos una cena de campeonato. Nos la hemos ganado! Hoy toca pasta y aprovecharemos para darle los honores a la botella de vino tinto que nos regalaron al alquilar la cámper.
La cocina no está muy allá, pero conseguimos prepararnos un plato de pasta de rechupete, tanto que hasta el gato de la dueña nos sigue cual perrito faldero. En cuanto al vino… de gaseosa o sangría, pero tumbamos media botella de todas formas (para cuadrar con el tiempo que nos queda en NZ, eh! ;).
Después de cenar aprovechamos para hacer una colada, que ya toca. Y con el pijama recién lavado puesto, cenados y con la ropa limpia, nos vamos a dormir. Mañana podremos levantarnos tarde. Biiieeeeeennnn!!
Buenas noches.
Carlos :)


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