lunes, septiembre 11, 2006

20/08/06: KIA ORA!!!! Una experiencia mahorí.

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A las 19:15 tendríamos que estar delante del pueblo maorí para la cena-espectáculo. Hemos decidido ir con nuestra camper en lugar de que nos recojan con autocar en el centro del pueblo. Aunque el trayecto teóricamente es sólo de 20 minutos, conociendo nuestra capacidad para orientarnos, decidimos salir con tiempo. Buena elección!!! Nos cuesta un pelín encontrar el camino (tampoco demasiado) y al final aparcamos delante de la entrada del pueblo maorí a eso de las 19:00

El aparcamiento está desierto, y las luces apagadas. No se ve un alma en la zona. Nos va a tocar esperar. De todas formas, visto lo desierto del lugar, nos aventuramos por la parte de atrás a ver si alguien nos puede indicar algo. Vemos a unos maoris que están fumando en la parte trasera de lo que parece una cocina. Con un inglés más o menos como el nuestro, nos indican que tenemos que esperar fuera, bajo un foco, a que llegue el resto de la gente con los autocares. Con el frío que hace y lo oscuro que está, hacemos mil y una tonterías para entrar en calor: bailamos, chutamos piedras, saltamos…

A eso de las 19:30 llegan cuatro autocares llenos de gente. Esto de la cena no va a ser algo muy íntimo. Entramos todos dentro de un enorme patio redondo y cerrado con una valla alta. En uno de los extremos hay una abertura, como si fuera un toril.

Uno de los guías se coloca en el centro del patio y nos da la bienvenida, así como la introducción del ritual que vamos a vivir. En cada uno de los autocares han escogido a una persona que nos representarán a todos. En total 4 jefes.

El jefe del poblado maorí desafiará a los 4 jefes. Si los jefes aceptan la superioridad del jefe maorí, aceptando acatar las normas del poblado, se nos abrirán las puertas del poblado y seremos bienvenidos. Las caras del jefe maorí durante la danza del desafío dan cierto susto, puesto que cruza los ojos y saca la lengua con fiereza. Evidentemente, la danza acaba con la aceptación del desafío y nuestro sometimiento. Los jefes se saludan juntando dos veces la nariz y podemos entrar en el poblado. KIA-ORA!!!!!! (Hola y gracias en maorí. Una expresión que tendremos que repetir en distintas ocasiones a lo largo de la noche).

Una vez pasado el túnel, llegamos a un bosque dentro del cual se ha reproducido (o eso creemos) la estructura de un típico poblado maorí. En cada una de las cabañitas, un nativo vestido con la indumentaria tradicional, nos explica curiosidades de la vida tribal: comida, talla, sistemas de defensa, armas, organización…

Nos hacemos un hartón de tirar fotos, aunque no sabemos porqué, la cámara se vuelve loca y no hay manera de que enfoque. Suponemos que es culpa de la iluminación (hogueras, algún foco…) muy contrastada entre puntos de luz y puntos oscuros. Ya veremos qué sale al final!

Al cabo de un rato nos agrupan a todos delante de una construcción grande. Parece como si fuera la casa principal del pueblo. Allí, uno de los maorís que nos parece más auténtico (grande, pesado y que pone caras más de loco) nos invita a entrar en la casa del pueblo. Antes de entrar los explica el sentido de las tallas que adornan el perfil de la casa: el techo son los brazos de sus antepasados, las columnas son las piedras, y la cara tallada que preside en conjunto representa al “amo”.
Dentro de la construcción es donde se llevará a cabo el concierto de canciones y bailes tradicionales. Es muy chulo y dado que está caldeado, además nos permite quitarnos un poco el frío de encima. Los bailes son muy curiosos y todos tienen unas voces muy hermosas. Es de destacar las caras que ponen todos mientras cantan, especialmente los hombres. Parece que estén de frenopático sacando la lengua y cruzando los ojos de esa forma, pero en realidad es una forma de desafío y hombría.

Finalmente, después del concierto, accedemos al comedor. Es lo que nos decepciona más, porque es como el de los coles con grandes mesas rectangulares (nos esperábamos algo un poco más rústico, la verdad!). La cena es una especie de buffet libre con comida cocinada al estilo maorí: carne de cordero, de pollo, migas de pan, patata, batata, nabo, zanahoria,… (aquí le llamaríamos “bullit”).

De postre, la Pavlova (una especie de merengue local), browni de chocolate con crema caliente y macedonia de frutas. Para beber agua o si queremos alguna alternativa, tenemos que pagarla aparte.

Fuera del comedor, y una vez acabada la cena, nos explican cómo se prepara el horno de tierra en el que se cuece la comida: una gran hoguera con enormes piedras y un agujero en la tierra.
Para finalizar, abren la tienda de recuerdos, donde acabo pecando y comprándome un bonito y tradicional colgante de jade.

A Maru el conjunto de la noche no le acaba de gustar (demasiado turístico, estilo pueblo español). Tengo una sensación parecida, pero algunas de las cosas que he visto y oído me han parecido curiosas e interesantes.

Para finalizar la velada, nos vuelven a juntar en el comedor y hacemos un ritual de despedida. A los jefes de tribu les hacen bailar la danza de los “All blacks” (de lo mejorcito!!!) y cantamos una especie de “Es l’hora dels adeus”. Para acabar nos dan el mensaje de que lo que hemos vivido esta noche es algo más que un show turístico (que también!). Es una forma de que la cultura maorí perdure en el tiempo y se transmita de padres a hijos. Además, también se difunde por el mundo ya que cada uno de nosotros se llevará un poco a su país de origen cuando se vaya a casa.

A las 23:30 se acaba el espectáculo y nos vamos para el camping. Toca meterse rápido en la cama y dormir que mañana hay otra sesión maratoniana.

KIA ORA!!!!!


Carlos :)

20/08/06: Los volcanes no huelen a rosas precisamente!!!

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Hemos dormido a pierna suelta, y no nos hemos levantado hasta las 7:30. Qué delicia dormir así!!!

Tenemos todo un día por delante para visitar Rotorua, además de la cena maorí. Por lo tanto, después de desayunar y tomar una ducha como Dios manda, la primera parada será la Oficina de Turismo para reservar la cena. De los 3 sitios que organizan eventos de este estilo, el que nos hace más gracia y nos han recomendado más es el “Tamaki Maori Village”, así que nos quedamos con él. Conjuntamente con la cena, nos regalan entradas para el centro geotermal “Hell’s Gate”, que es lo que primero visitaremos.

Está lloviznando un pelín (estamos teniendo peor tiempo en la Isla Norte que el que tuvimos en la Sur. Cachis!!!) pero esperemos que aguante todo el día para poder ver la ciudad tranquilos.

A medida que nos acercamos a “Hell’s Gate” se empieza a notar un olor de huevos podridos en el aire. Son las emanaciones de azufre habituales en cualquier zona volcánica. Ya en la entrada, nos dan un mapa del recorrido que vamos a realizar, y en español (es la primera vez en todo el viaje que nos encontramos indicaciones la lengua de Cervantes. Qué alegría!!!).

El camino a seguir está muy delimitado, cosa que es de agradecer, teniendo en cuenta que algunas de las aguas están a más de 90 grados, y en otras el barro alcanza casi los 120 grados. Como para salirse un poco del camino, no?????

Vamos a paso ligero, ya que el olor es nauseabundo y Maru lo pasa fatal. Además, aunque la zona y el paisaje son curiosos, al cabo de un rato resultan monótonos. Además, con el día tapado que tenemos hoy, ni siquiera conseguiremos hacer fotos chulas. No sopla demasiado viento y todos los vapores que emana la tierra se quedan pegados al suelo, dando al paisaje un aspecto fantasmagórico. Menos mal que las entradas han sido de regalo, porque si las llegamos a pagar la decepción habría sido mayúscula. Para colmo de males, tampoco vemos ninguno de los géiseres que aparecen en el folleto. Será que como hace frío se quedan bajo tierra??? ;)))

Justo al acabar el recorrido nos encontramos lo que de forma unánime hemos considerado lo mejor del centro geotermal: un taller de talla maorí.

En él, un maorí nos ha enseñado cómo se realiza la talla maorí y nos ha dado un trozo de madera con un dibujo para que lo probemos nosotros mismos. Ha sido muy didáctico y nos ha permitido valorar más las tallas que hemos visto hasta ahora. Es harto difícil realizar surcos de forma homogénea y siguiendo las líneas establecidas. Además, hemos conseguido unos souvenirs chulísimos (como no me decidía por el dibujo, le he puesto un poco de morro y en lugar de uno me he hecho 2). Nos los barnizan y después de que se sequen un poco, incluso nos dan unos sobres para que los guardemos. Brutal!!!

La siguiente parada ya es para visitar el centro de Rotorua. Por lo que dice la guía, es una ciudad con muchos centros de artesanía, por lo que Maru ya está afilando la VISA. Aparcamos en una zona azul, cerca de una calle peatonal y muy comercial. Afortunadamente, hoy es domingo y no se paga. Buffff!!

Va lloviznando a ratos, y agradecemos que la calle tenga pórticos, porque nos permite ir viendo cosas tranquilamente sin preocuparnos si nos mojamos. Las tradiciones y estética maorí impregnan todo lo que vemos, pero la verdad es que todo es demasiado turístico. Y para rematar, los centros de artesanía local tienen un precio de aúpa.

Entre una cosa y otra se hace la hora de comer, y después de dar mil vueltas, nos decidimos por un japonés (Yamato). El local es de madera con unas mesas enormes, incluso para dos personas. Nos ponemos morados (a pesar de los palillos!!), y para acabar, nos obsequian con unos vasos de té verde. Hacemos un poco de tiempo porque fuera está lloviendo de mala manera. Y como que no nos vamos, los del restaurante no paran de traernos té. Y además la comida nos sale baratísima (40 $NZ los dos!!!). Un diez de local!!!

Damos alguna vuelta más por el centro, pero como ya estamos artos de tiendas turísticas, decidimos coger la caravana y explorar otros lares. Nos vamos a la llamada “casa del gobernador”, un palacete con unos jardines enormes. La construcción es muy chula y del estilo colonial inglés. Los jardines tienen varios campos de hierba donde, a pesar de la lluvia, unos jubilados juegan al “croquet”. En otra parte de los jardines, otros grupos de gente se entretienen jugando a la petanca. Todo como muy inglés.

En uno de los extremos del jardín, dentro de un estanque, vemos al primer Pukeko del viaje. El Pukeko es otro de los animales autóctonos de NZ y se caracteriza por ser de un brillante azul oscuro con el pico y las patas de color rojo. De dibujos animados, vaya!!!

A media tarde decidimos ir hacia el camping para prepararnos para la cena. Aunque en una primera instancia habíamos pensado en cambiar de camping (no mata!) al final hemos repetido puesto que es el que se encuentra más cerca de la ruta que tenemos que seguir mañana.

... pero eso ya será en otra entrada


Carlos :)

19/08/06: Del "cielo" del Tongariro al "infierno" de Rotorua

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El despertador ha sonado a las 5:00. Nos sigue sorprendiendo la facilidad con la que nos levantamos a estas horas tan intempestivas y además sin ayuda. Maru se despierta incluso antes de que suene el despertador!!! Impensable!!!

Entre arreglarnos y desayunar hemos tardado unas 2 horas, y hasta las 7:00 no nos ponemos en camino. En Ohakune, a medio camino y después de conducir durante unas cuantas horas, decidimos hacer un alto para tomarnos algo en una cafetería la mar de mona. Nos pedimos un par de “Hot chocolates” que nos traen en unos tazones enormes y con unas cucharas muy especiales: una barra de chocolate.

El local está decorado con cuadros de artistas locales y Maru se enamora de uno de ellos. Una especie de collage de imágenes y texto. No es muy grande y tiene un mensaje fantástico:

“puedes tener dos, una o ninguna pierna, pero siempre debes volar!!”

Después de muchas indecisiones, Maru decide llevárselo. Mientras pagamos, nos interesamos por el autor/a del cuadro y nos dicen que lo podemos encontrar a las afueras del pueblo, en su tienda-taller (una casa de color púrpura), por lo que decidimos pasar para que autografíe el cuadro en vivo y en directo. Maru está súper contenta con su cuadro. No quiere que le vuelva a pasar de arrepentirse de no haber comprado algo, y más con la ruta que llevamos que siempre es hacia delante. Nunca retrocedemos.

En el mismo Ohakune aprovechamos para poner gasolina y parar en un “New World” para hacer la compra (es como los “Caprabo” de aquí, están por casi todos lados).

A la salida del pueblo, tal y como nos han explicado, encontramos la casa de color púrpura. La autora del cuadro está súper contenta de que le pidamos que autografíe el cuadro. Le pone una dedicatoria a Maru, no sin antes estar un rato para entender su nombre. Cosas del inglés!

Seguimos camino hacia el Tongariro y después de unas horas, finalmente llegamos. Tenemos el culo cuadrado de tanto coche!!! Lo primero es visitar el centro de información para ver qué trekking podemos hacer con el tiempo que tenemos. Tienen una maqueta de todo el parque nacional y todas las rutas posibles marcadas. Lamentablemente, la mayoría son de 4 o 5 horas, tiempo que no nos podemos permitir invertir. Algunas de las zonas que más nos atraían (como p.e. los “Lagos Esmeralda”) tienen un “pero” adicional: los accesos están cerrados por exceso de nieve.

Compramos una guía de los trekkings de la zona y algunas postales que nos faltaban. Después de estudiar la guía con atención, decidimos hacer una ruta que lleva a unas cascadas (Tawhai Falls) y que sólo nos llevará una hora y media desde donde dejemos el coche.

El problema es que las indicaciones para llegar a la zona no están muy claras, y con la facilidad que tenemos nosotros para perdernos, casi nos tiramos una hora para encontrar el lugar (sé que soy pesado, pero qué les costaría poner lo de los GPS’s, además de indicaciones como Dios manda!!!!). Si hubiéramos pensado con lógica, habríamos deducido que el camino correcto era el que sube hacia las pistas de skies, pero esto de conducir por la izquierda nos nubla la mente!!!
La verdad es que estamos un poco “moscas” porque queremos llegar a Taupo antes de que se nos haga de noche y las horas se nos están pasando volando.

Después de subir por una carreterita de curvas cerradas, estrecha y llena de nieve por los bordes, llegamos a lo que parece una especie de parking y que es el inicio de la ruta. La cosa será entretenida, puesto que además de hacer un frío importante, está todo lleno de nieve y hielo.

El camino a la cascada transcurre por dentro de un bosque cerrado, está perfectamente indicado, pero lleno de nieve y hielo, lo que dificulta mucho avanzar a buen ritmo. Es como andar por una pista de hielo y no queremos partirnos la crisma (seguro que no habría sido más fácil subir al Tongariro??? Con un poco de suerte habría menos hielo!!!).

Trozos caminando, trozos patinando, avanzamos hacia las cascadas. Llegamos a lo que parece una llanura encharcada y que tiene un caminito precioso de madera para que no se estropee. Las fotos van a ser preciosas, seguro!!! Además, nos permite ver una panorámica fantástica del Tongariro. El día tiene nubes y claros, pero de momento aguanta. Aquí, al descubierto, el viento arrecia y la sensación de frío aumenta.

Seguimos el camino, que vuelve a introducirse en un bosque. Esta vez toca bajar por unos escalones helados “molonguis de la muert”. Hay que bajarlos de uno en uno y cogidos… una aventura, vamos! De todas formas, quizás es que nosotros somos muy precavidos, porque nos cruzamos con gente que va con bambas de calle y patinando como si estuvieran en la pista de hielo. Flipa!!

Al final, llegamos a la cascadita, que la verdad, no parece gran cosa teniendo en cuenta el riesgo de un patacazo al que nos hemos expuesto. De todas formas, el camino ha sido muy chulo y creo que ha valido la pena. Aprovechamos para hacer las fotos de rigor e iniciamos el camino de vuelta.

Regresamos al coche en tiempo récord (sólo 30 minutos cuando a la ida hemos invertido 1:10). Es que ahora ya sabemos dónde pisar. Hasta unos visitantes que nos hemos cruzado en el camino de ida se asombran que hayamos vuelto tan rápido.

Después del paseo, volvemos a coger la camper y nos dirigimos a Taupo. Decidimos consultar la guía a ver qué dice de Taupo. Si vale la pena nos quedaremos tal y como teníamos previsto, pero sino y si el cuerpo aguanta, seguiremos hasta Rotorua. Queremos recortar tiempo y adelantar objetivos, que al final seguro que nos faltará tiempo.

Dicho y hecho. Pasamos Taupo de largo y llegamos hasta Rotorua hacia eso de las 19:00. A medida que nos hemos ido acercando, la carretera se ha llenado de referencias a los volcanes y fumarolas. Es la parte más “explosiva” de la isla, e incluso en algunos sitios se puede oler ambiente a azufre. De todas formas, hemos llegado tarde para el horario de NZ y, aunque pasamos por el punto de información, ya está cerrado. Así que toca orientarse para encontrar el camping. Nos cuesta unas cuantas vueltas, como siempre, pero finalmente lo encontramos.

Además de pagar por la estancia, preguntamos en el camping por las cenas típicas mahories. A ver si es posible hacerla esta misma noche y así adelantamos destinos. Pero no… las cenas hay que reservarlas con tiempo y la mayoría empiezan a eso de las 19:30, así que tendremos que esperar a la noche de mañana y quedarnos un día más en Rotorua.

De todas formas, el día ha sido durillo y estamos exhaustos. No tenemos ganas ni de prepararnos cena, así que frutita y, aunque sólo son las 21 h, nos vamos a dormir para cargar pilas. Además, como mañana nos quedamos todo el día en Rotorua, no tendremos que madrugar. Bien!!!

Mejor que aprovechemos, que habrá más días maratón como hoy, si queremos ver todo lo que nos hemos propuesto.

Bona nit!!!


Carlos :)

18/08/06: Adiós Isla Sur! ... Hola Isla Norte!

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Hoy nos levantamos tardecito para lo que estamos acostumbrados: a las 7:00 (bueno Maru antes, porque se ha despertado y no puede estar en la cama sin dormir).

Desayunamos com siempre y antes de dejar el cámping intentamos arreglar el problema del agua sucia de la ducha. Movemos la caravana para que la inclinación favorezca que se vaya por el desagüe y nos ayudamos con agua limpia de la ducha. Queda medio decente, pero a la noche tendremos que rematar la faena! Por Dios, esto empieza a oler a rayos!!!

Una vez solventado el tema del agua sucia, nos dirigimos a la tienda de souvenirs tal y como tenemos previsto. Llegamos 10 minutos antes, por si les da por abrir un poco antes. Van pasando los minutos y abren todas las tiendas de la calle menos la que nos interesa. Lamentablemente, se hacen las 9:10 y decidimos no esperar más y marcharnos. Qué pena (por no decir cabreo!)!!! Pero no podemos llegar más tarde al ferry.

Como el camino lo tenemos ensayado de ayer, llegamos en un plis-plas y nos ponemos en la cola de embarque. (Qué rábia!! Si llegamos a saber que nos tenemos que esperar 20 minutos más para embarcar, nos habríamos quedado un rato más a ver si abría la tienda).

Dentro de las tripas del barco, nos ponen a todas las camper juntas, apretaditas como sardinas en lata. Una vez cerrada, nos vamos para las cubiertas superiores a buscar un hueco en el que pasar el viaje. Hacemos unas cuantas fotos aprovechando que el día se ha levantado claro (pero con un frío importante!).

Zarpamos y la salida nos recuerda a los fiordos del Milford Sound, ya que es entre montañas. Sopla un viento fuerte (menos mal que me compré el gorro polar, porque se me hielan las orejas!) y en cuanto salimos a mar abierto, la cosa se pone todavía más cruda. Entramos a tomarnos un té calentito y a trabajar un poco en el diario. Todavía nos queda mucho que escribir y recortar de lo que hemos vivido estos días en la Isla Sur.

Encontramos una mesa en un rincón y nos ponemos a trabajar. Mención especial para las abuelitas que tenemos en una mesa cercana. Parece que sean todas miembros honoríficos de algún casal Sant Jordi de NZ, pero meten un follón que pa’ qué. Están jugando a cartas y los gritos por cada jugada resuenan por todo el barco. Para acabar de rematar, cada dos por tres salen a fumar a cubierta. Si es que la tercera edad ya no es lo que era. Cuánto vicio!!!

En mar abierto el barco empieza a moverse un poco, y para evitar marearnos y como llevamos cansancio acumulado, decidimos tumbarnos en unos butacones para dormir la siesta de la burra (la de antes de comer!!).

No sabemos cuánto tiempo hemos estado durmiendo, pero nos despertamos justo antes de que el micrófono del barco informe de que en 10 minutos llegamos al puerto de Wellington. Volvemos a salir a fuera, a echar algunas fotos. Llevamos mucho rato sin hacer ninguna y ya tenemos mono.

Fuera sopla un viento fuerte, tanto que casi se lleva a Maru con cámara incluida. De todas formas conseguimos hacer algunas instantáneas de nuestra llegada a la Isla Norte. Wellington ya tiene pinta de ciudad más importante, puesto que se distinguen algunos rascacielos.

En nada avisan a los conductores que ya podemos bajar a los vehículos, así que nos dirigimos a las bodegas para estar preparados en cuanto nos dejen salir. Aunque teníamos nuestras dudas, la cosa va muy rápida y salimos del barco a las 13:00 y sin contratiempos.

La intención es ver la ciudad y dormir aquí, así que seguimos la caravana de campers (valga la redundancia!) hasta el centro de la ciudad. Para evitar problemas, aparcamos en un parking público e iniciamos nuestra ruta turística (bueno, primero hay que pasar por el banco, puesto que no tenemos ni cash ni monedas y el parkimetro parece que no acepta ninguna de nuestras tarjetas de crédito. Además, vale un riñón!!!).

Paseamos por las cuestas de la ciudad para ver el Parlamento y respirar un poco del ambiente de gran ciudad que teníamos ya olvidado. Después nos dirigimos a la zona del puerto, que según la guía también merece un paseo. Es como la zona de la villa olímpica, lleva de tiendas y bares de nivel, acorde con el ambiente financiero y de oficinas que respira la zona.

Se nos han pasado el par de horas que teníamos pagados en el parkímetro, así que volvemos a la camper y nos vamos a otra zona de la ciudad. Aterrizamos en Cuba St., una zona más “alternativa” de la ciudad. Es una zona peatonal y llena de comercios, que nos recuerda a la zona de Puerta del Ángel de Barcelona por la cantidad y variedad de gente que pasa por ellas.

Se nos ha hecho la hora de comer, por lo que decidimos buscar algún sitio para el “avituallamiento”. La cosa está difícil, puesto que vemos restaurantotes chinos, árabes, japoneses pero ninguno que realmente nos atraiga. Finalmente nos paramos delante de un local con cristaleras que parece acogedor e invita a relajarse. Es el FLORIDITAS, una pizzería en la que hacen un poco de todo (hasta patatas fritas con alli-oli y que no dudamos en probar. Y están muy buenas!!). Por cierto, un 10 para los cocineros, que aunque son un poco lentos, lo hacen súper bien y con una presentación perfecta.

Salimos redondos y antes de coger la camper, paseamos un poco máss por Cuba St. Una de las tiendas de la calle, esta llena de imanes de nevera y algunos otros pequeños “souvenirs” made in NZ, así que volvemos a pecar. Qué vicio, qué vicio!!!

Aprovechamos que pasamos al lado de un súper para comprar 4 cosas que necesitamos para la despensa y iniciamos la búsqueda del camping. La ciudad es grande y estamos seguros que nos va a costar bastante encontrarlo, puesto que está en las afueras.

Efectivamente, cogemos la carretera que no es y damos algunas vueltas como es ya costumbre (repito, porque no incluyen un GPS con la camper. Así, con todos los cámpings y zonas turísticas ya marcadas. La de kilómetros y gasolina que nos ahorraríamos!!!). Con todo, hemos llegado pronto, y lo primero que hay que hacer es solucionar el problema de las aguas sucias. Vaciamos completamente el depósito y acabamos de limpiar el suelo de la ducha (había vuelto a rebosar) ayudándonos con papel de combate (es un multiusos imprescindible en aventuras como ésta!!!).

Todavía recordamos la comida, así que la cena es ligerita. Un poco de fruta y después de revisar toda la ruta de la Isla Norte en función de los días que nos quedan (los sacrificios han sido muy importantes y tendremos que ir a piñón con lo que al final ha quedado!!) nos vamos al catre. Mañana toca madrugón y palizón para llegar al Tongariro.

Bona nit!!! (por cierto, no hemos encontrado la tienda de los “All Blacks” , por lo que hemos perdido una oportunidad para conseguir la pareja del calcetín que nos regalaron en Dunedin. Tendremos que estar al quite en Auckland!).


Carlos :)

miércoles, septiembre 06, 2006

17/08/06: Otro palizón de coche para despedir la Isla Sur!

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Hoy vuelve a tocar una jornada dura si queremos llegar a ver todo lo que nos hemos propuesto, así que nos tendríamos que haber levantado a las 5:00. Pero llevamos cansancio acumulado y necesitamos un descanso adicional.

Rompemos la tradición, porque aunque Westport es un pueblo pequeño, nos cuesta horrores encontrar la salida. Al fin, y después de muchas vueltas conseguimos encaminar la camper hacia el Parque Nacional de Abel Tasman. Se nota que los kilómetros empiezan a hacer mella en el cuerpo, puesto que a las dos horitas de estar en ruta nos tenemos que parar a tomarnos algo.

La carretera hasta llegar a Abel Tasman es muy chula pero está llena de niebla y curvas, por lo que tenemos que ir lentos. De todas formas, al final se levanta el día y acaba en un cielo despejado y con una temperatura muy agradable.

Uno de los destinos que tenemos es la bella playa de arenas blancas de Totaranui. Es brutal como la playa se esconde detrás de las montañas y la carreterita para llegar es muy revirada.

La playa es una delicia. Preciosa aunque un poco triste porque está vacía. La verdad es que si no hiciera airecillo y no llevara tantas capas de ropa, me hubiera atrevido a darme un baño. El agua no es profunda y está como un plato… y además, llevo todo la mayor parte del verano sin meterme en la playa!!! Nos contentamos con dar un paseo por la playa y observar gaviotas y conchas de moluscos.

Son las 12 y no nos entretenemos más. Picoteamos algunos frutos secos en la camper para quitarnos la gusa e iniciamos el camino para Nelson, donde queremos pararnos a dar una vuelta.

A la llegada, nos llevamos una desilusión. No vale mucho la pena. Es muy parecido a los otros pueblos que hemos cruzado y no vemos nada que nos llame especialmente la atención. Viendo el ritmo que llevamos de compras, especialmente Maru (:p), ella decide comprarse un petate. A la vuelta apiñaremos la ropa allí y dejaremos las maleta para guardar los regalos y recuerdos.

Ahhh!!!! Y gran noticia, después de 8 días en NZ, por fin nos decidimos a comprar las postales (por cierto, qué pasta nos hemos dejado en las postales y los sellos!!!!!). Ahora sólo quedará escribirlas. Paciencia, que Roma no se hizo en un día!!!!! :) Nos lleva un buen rato (en la era de Internet y los SMS, que todavía nos dé por escribir con boli, tiene sus bemoles, no???).

Después de comernos un par de bocatas rápidos, intentamos salir para Picton, última etapa del trayecto de hoy. No hay manera de conseguir el camino correcto y tardamos una hora en encararnos como Dios manda. Confirmado!!! Somos un desastre (ande están los GPS’s en este país!!!).

Revisando la guía y el camino a Picton, decidimos parar en Havelock. El pueblo es conocido por ser la capital de los mejillones verdes (hay un restaurante famoso por ello) además de tiendas de artesanía. Lamentablemente, cuando llegamos ya está todo cerrado. Lástima!!! Como no tenemos antojo de más mejillones, decidimos seguir viaje para Picton.

Llegamos sin contratiempos a eso de las 18:30, y lo primero que decidimos hacer es corroborar la hora y lugar de embarque del ferry de mañana. No es cosa de perderlo por tener menos orientación que un corcho en una bañera!!!

Damos algunas vueltas, preguntamos en un par de sitios equivocados pero al final encontramos las taquillas de nuestro ferry. Tenemos que embarcar con la camper a las 9:00 y además nos dan un minimapa de dónde está la zona de embarque. Perfecto!!! (llevaremos “perdidos” escrito en la frente??? ;)

Ahora sólo toca localizar el camping, pero no tendremos problemas porque la gente del Ferry también nos indica cómo encontrarlo.

Dado que es nuestro último día en la Isla Sur decidimos celebrarlo por todo lo alto y salir a cenar fuera. Dejamos la camper en el camping (tenemos el culo cuadrado de tanto conducir en el día de hoy, y el de ayer, y el otro…!!!) y vamos paseando hasta la zona de restaurantes en el centro del pueblo. No es que haya muchos, la verdad, y en 10 minutos lo tenemos visto.

En el trayecto, encontramos una tienda de artesanía y cuadros súper chula (ATTITUDE 42). Está cerrada evidentemente, pero según el cartel abren a las 9:00. Desde el mismo aparador decidimos que nos interesa y venirlo a buscar mañana a primera hora, justo antes de embarcar.

Entre todos los restaurantes nos metemos en uno que no huele a fritanga y que tiene pinta de bar-restaurante estilo americano (SUE & BARB). Es todo de madera y tiene una estufa de leña justo en el medio. Además, en la puerta anuncian que tienen “lamb” y me apetece mucho, así que pa’dentro!!!

Teóricamente se tiene que pedir la barra, pero la dependienta, viendo que somos guiris europeos, acaba por tomarnos nota en la mesa. Empiezo a ver ciertas ventajas en los comportamientos de alemanes e ingleses por nuestra geografía… ;)))

En cuanto una familia de lugareños se va, ocupamos la mesa que está justo al lado de la estufa. Qué gozada!!! Nos pedimos “lamb con salsa de menta y setas” y “beef con salsa de pimienta”, y en menos de lo que se tarda en pensarlo (minutos, de verdad!!!) nos traen los platos, calientes y con la carne en su punto. FANTÁSTICO!!!! Son platos combinados con un poco de todo y quedamos redondos.

De vuelta al camping, nos ponemos a hacer una colada. Se nos va un pelín la hora y nos vienen a pegar la bronca… es otro de los momentos en los hacernos el guiri, también surge efecto (qué listos los extranjeros!!!).

Acabamos cerrando nosotros la “laundry” y con el pijama recién lavado y secado nos vamos a dormir. Mañana nos podemos levantar un poco más tarde puesto que no hay ruta. Ole-ole!!!!

Por cierto, el suelo del lavabo de la camper está todo mojado y huele a rayos. Hemos tardado mucho en vaciar las aguas sucias y con el traqueteo del día han desbordado. Lamentablemente no lo podemos arreglar porque la caravana hace pendiente hacia el lado contrario del desagüe. Mañana antes de salir o en cuanto lleguemos a Wellington tendremos que arreglarlo. Qué guarrería!!!

Buenas noches!!!!


Carlos :)

16/08/06: Increíbles los Pancakes de Punakaiki!

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Buenos días!!! Como siempre nos hemos levantado pronto, a eso de las 6:00 y después de un buen desayuno (hoy ha caído la primera botella de leche, signo inequívoco que ya llevamos algunos días por NZ) hemos salido para Arthur Pass.

Nos ha costado más de una hora conseguir aclararnos para salir de Christchurch. Está claro que lo nuestro no son ni las ciudades grandes ni los mapas. En cualquier caso, una vez orientados, ponemos la directa y en unas 3 horitas nos plantamos en el parque nacional.

Lo primero es hacer una visita al centro de información para enterarnos de las rutas que podemos hacer a pie, su estado y la duración de cada una de ellas. Después de evaluar todas las variables, nos decidimos por una que nos llevará a una cascada y que tiene una duración de unos 40 minutos.

Hace un sol bien majo, pero sopla un viento que congela los pensamientos, así que me pillo un gorrito de forro polar bien chulo y de un color naranja cantón. No soy guiri en NZ, pues a hacer de guiri!!!

Es curioso, pero la zona está plagada de niños que parece que estén de colonias. De hecho el parque nacional parece que esté montado como un gran centro escolta en el que se enseña a los niños a sobrevivir y disfrutar de la montaña.

La ruta empieza solo un centenar de metros más allá del centro de información. Dejamos la camper al lado de una casita roja la mar de maja (las fotos lo atestiguarán) y nos adentramos en un caminito perfectamente señalado. Cruzamos un puente sobre un riachuelo y empezamos a subir escaleras hechas con troncos de árboles. Suponemos que las escaleras son para facilitar el camino en verano, porque ahora están llenas de hielo y nos jugamos un resbalón a cada paso. También contribuye nuestro pésimo estado de forma, puesto que al rato, ya estamos los dos más concentrados en respirar que en hacer comentarios del paisaje o de las p&%$• de escalones.

Empezamos a oír la cascada, y cual es nuestra sorpresa que casi a punto de llegar a nuestro destino nos encontramos una barrera que nos informa que el resto del camino está cerrado por temas de mantenimiento. Cachis!!!! Ya lo podían haber dicho en el centro de información o al inicio del camino, no????? En fin, está claro que lo del verano y las obras es un mal Universal. No nos salvamos de ello ni en la otra punta del mundo!

Damos media vuelta y regresamos por el mismo camino. Menos mal que el paisaje y el bosque que cruzamos hacen que el paseo valga la pena. Ya al final de la ruta, justo en el río, vemos como un grupo de niños está aprendiendo a cruzar un río a saco. En grupos de 4 y cogidos de la mano lo cruzan como unos campeones. Y eso que el agua tiene que estar más que helada!! BBBRRRR!!!

La siguiente parada ya es en Greymouth, pero cuando llegamos, vemos que es un pueblecito más que no tiene nada especial para ver, así que seguimos camino porque tenemos claro que donde nos tenemos que parar un buen rato es en Punakaiki.

Llegamos a eso de las 17:30, cuando todavía hay luz y nos permite disfrutar del paisaje de los Pancakes. Estos son unas construcciones de roca al lado del mar, que la erosión de las olas y el viento ha transformado en unas curiosas figuras. Los mahories las tenían como lugar mágico puesto que identificaban con personas y deidades. Es muy espectacular ver como las olas del mar de Tasman rompen contra las rocas y se cuela por orificios generando fumarolas de agua vaporizada. El lugar está muy bien acondicionado para ver las diferentes construcciones, con un camino que bordea la costa y que está inmerso en la vegetación.

Como europeos que somos, vamos al revés de todo el mundo (hemos empezado la ruta por la derecha, craso error!!). En el camino vemos un kivi, el símbolo nacional. Evidentemente lo freimos a fotos y el pobre animal, que se ve acorralado con tanto paparazzi se “suicida” hacia el margen del camino. Se pega un tozolón de mucho cuidado y esperamos que no se haya hecho daño (además, no hacía ni 20 minutos que acabábamos de comprar unas badanas con el lema “save the kivis” ya que están en peligro de extinción. Tendremos que comprar alguno más…. ;).

Seguimos nuestra ruta por la costa hasta Westport y nos es imposible no parar a cada paso. Es impresionante ver los acantilados y como el mar bate olas sobre ellos. Nos quedaríamos horas contemplando el espectáculo que nos ofrece la naturaleza pero cada vez se hace más oscuro y queremos encontrar el camping cuanto antes.

Encontramos el camping, vamos a reponer víveres y a repostar gasolina. En el camino de regreso, propongo ir a ver una colonia de focas que está cerca. Con un poco de suerte llegamos que todavía hay un poco de luz. Pero calculo mal y tardamos más de lo que me esperaba. Cuando llegamos ya está completamente oscuro y aunque encaro los focos de la camper hacia la playa no hay manera de ver las focas (valga la redundancia!!! :p

Ya de nuevo en el camping, preparamos la cenita en la cocina común (por cierto, qué escandalosos son el grupo de franceses. Ni que estuvieran ellos solos en todo el camping!!!!), cenamos con un poco de rasqui y rápidamente a dormir.

Hoy toca soñar con ese peaso de olas que hemos visto en el camino de la tarde y en los misteriosos Pancakes. Guai!!!!


Carlos :)

15/08/06: Tenemos uno… ¿conseguiremos la pareja?

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Después de la paliza de ayer, cualquiera diría que hoy haríamos el perro de mala manera. Pues no!!!! Nos levantamos a las 6:00 para no perder la costumbre.

Se ha levantado lo que parece un día fantástico, por lo que queremos ver lo más destacado de Dunedin y encaminarnos luego para Christchurch.

De todas formas, nos tomamos el desayuno con tranquilidad, nos duchamos y hasta las 9:30 no llegamos al centro de Dunedin. Al famoso Octógono. La ciudad se construyó alrededor de una plaza de 8 caras que tenía que ser el centro neurálgico de la población, y hoy día continúa igual. Buscamos parking lo más cercano del centro (a 6 calles) y a patear un poco la ciudad.

Seguimos las indicaciones de la guía visual del país y saltamos de iglesia en iglesia como en la mayoría de pueblos que hemos visto.
Se nota que la ciudad fue fundada por escoceses, puesto que la ciudad está llena de referentes a su cultura. Además de las tabernas, y las referencias al buen whisky, encontramos una tienda en la que se venden las típicas falditas escocesas, además de gorros y gaitas. Todo un espectáculo!

El paseo nos lleva a pasar por delante de la tienda de los “All Blacks” el equipo nacional de Rugby y que tiene uno de sus feudos importantes en Dunedin. Maru se decide a comprar una especie de zuecos de plástico que parecen muy cómodos. A la hora de pagar, se dan cuenta que somos españoles y nos hacen un regalo-reto… nos dan un calcetín de los “All Blacks” y nos retan a acercarnos por otra de las tiendas que tienen en la Isla Norte (Wellington o Auckland, por ejemplo). Si mostramos el calcetín y un cartoncito que nos proporcionan, nos darán el otro calcetín. Chachi, no??? Me lo guardo en la memoria porque me parece una idea promocional brutal!

El paseo continua por delante del museo del transporte, y por delante de la estación de tren. El estilo de los edificios se nos antoja muy inglés y personalmente me recuerda mucho a las construcciones del Ibertrén… Buff, qué recuerdos!

Delante de la estación está la cárcel de pin-y-pon de la ciudad y que antiguamente había sido la sede de la policía. Al ladito está una tienda de artesanía autóctona que nos atrae como un imán. La VISA ya se esconde dentro de su funda. Tiene miedo y con toda la razón del mundo!!!! Acabamos con unas figuritas de piedra de Oamaru talladas a mano. Muy chulas!!

Nos vamos de Dunedin, pero en lugar de coger la carretera que sube directamente a Christchurch, decidimos darnos un paseo por la península de Otago, donde hay otro de los faros emblemáticos del país. Afortunadamente nos equivocamos de carretera y vamos por la costa de Port Chambers. La carretera es muy sinuosa y estrecha, pero infinitamente más corta que la otra. Si no nos hubiéramos perdido, habríamos estado una 4 horas para llegar al faro y, como no tiene salida, unas 4 horas más para deshacer el camino. Menos mal!!!

Port Chalmers tampoco tiene salida pero acaba en una tranquila playa donde encontramos a un león marino que está tomando el sol en la arena. Está tan quieto que Maru cree que está muerto. Menos mal que le echamos las fotos desde lejos, porque en un momento dado abre los ojos y levanta la cabeza de forma pesada. Quién está haciendo ruido y no me deja dormir!!!

Maru aprovecha el paseo por la playa para hacerse con algunas conchas que no tenemos muy claro si nos dejarán sacar del país. Ya veremos!

Deshacemos camino y nos dirigimos por la carretera 1 hacia Oamaru, pero no nos paramos para ver los pinguinos. Lástima!! En el paseo por Port Chalmers hemos invertido bastante tiempo y ahora tenemos que aprovechar las últimas horas que quedan de luz. Somos como las gallinas: con luz a correr, sin luz a dormir.

En Oamaru aprovechamos para prepararnos un par de bocatas rápidos en la Camper. Tomamos camino para Timaru, donde tampoco nos pararemos. De todas formas, para descansar un poo de coche paramos en la población de Temokake, donde buscamos alguna tienda de cerámica chula, pero no hay suerte.

Por fin llegamos a Christchurh. Empieza a oscurecer pero de todas formas decidimos dar una vuelta por la ciudad. Aparcamos cerca del centro, justo al lado de la Universidad. Un “kivi” nos advierte que no es necesario pagar el aparcamiento, puesto que estamos fuera de horas. Menos mal, invertiremos el “ahorro” en tomarnos alguna cosa. Y resulta ser un par de chocolates en el Starbuck que hay en el centro de la ciudad.

Se nota que esto ya es una ciudad, y de las importantes. Se ven rascacielos y edificios más altos. Aunque no se ve mucha animación (algunas parejas súper arregladas que se dirigen a un centro de convenciones), tiene una calle llena de locales de copas y restaurantes. Curiosamente uno de ellos se llama “Barcelona” y evidentemente le echamos una foto. Nostálgicos que somos!

Ya está completamente oscuro y con la experiencia que hemos tenido para encontrar el camping en ciudades o pueblos grandes, decidimos no entretenernos más. Toca encontrar el camping.

Efectivamente, teníamos razón y damos cincuenta mil vueltas antes de encontrarlo. No hay manera de orientarnos con los mapas y esquemas que tenemos (existiendo GPS’s esto de los mapas es un atraso). Pero no hay mal que por bien no venga. Durante la búsqueda encontramos un “New World” (supermercado) y aprovechamos para reponer nuestra “despensa”. Y ya puestos, aprovechamos para llenar el depósito de gasolina. Es tiempo que ganamos para mañana.

Finalmente damos con el camping (a ver si me decido y les hago un esquema un poquito más mejor!). Entramos por la puerta de atrás, pero para nosotros ya vale! Como todos los días, conectamos todas las baterías y descargamos las cámaras. Además, hoy toca vaciar el depósito de agua sucia (no sea caso que rebose) y llenar el de agua limpia.

Dado que hoy hemos comido rollo “fast-food”, la cena va a ser de campeonato. Además, la cocina es muy chula y se lo merece: pasta a la carbonara con un par de cervecitas.

Bon profit y a dormir!!!!


Carlos :)

viernes, septiembre 01, 2006

14/08/06: Bluff… lo más al sur de la Isla Sur!

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Hoy madrugón. Nos levantamos a las 5:00. Tenemos que ir hasta el extremo sur de Nueva Zelanda y luego remontar por la costa este hasta parar a dormir en Oamaru… a ver si lo conseguimos!!!

Slimos muy pronto, justo después de desayunar. Todavía es de noche, el cielo está tapado, llovizna y está tan oscuro que no podemos hacer fotos del paisaje nevado. Nos conformamos con admirarlo y fijarlo en nuestra memoria. No paramos hasta Lumsden, donde paramos para estirar un poco las piernas y hacer un segundo desayuno. Esto de conducir da un hambre!!!! ;)

De momento el tiempo nos ha respetado mucho, y nos ha acompañado el sol en la mayor parte del viaje. Ojalá todo continúe igual!

Van pasando los kilómetros y hacia las 10 de la mañana ya estamos en Invercargill. La guía del país nos recomienda dar una vuelta por la ciudad y ver 4 puntos clave: la torre de la central de las aguas, la iglesia anglicana de Sant Paul, la estación de tren y poca cosa más…

Además de la iglesia anglicana vemos 4 más de otras tendencias religiosas. Todas son como de casita de muñecas, con una pequeña torre puntiaguda, y rodeadas por un pequeño trozo de césped.

Una hora más tarde emprendemos la marcha hacia Bluff. Es un típico pueblecito portuario, en el que la pesca y el transporte marítimo ha sido y es su principal actividad económica. Nos sorprenden los frescos de barcos luchando contra el mar pintados en las paredes de algunos almacenes que bordean la carretera.

La carretera que cruza el pueblo finaliza en una pequeña placita donde se encuentra una famosa señal. Indica dirección y distancia a un montón de ciudades del mundo, y evidencia el hecho de que estás en un extremo del país. Evidentemente, la cosemos a fotos!!

Más allá de la señal empieza un caminito que te lleva a uno de los famosos faros del país. Es un pequeño paseo de unas 2 horas y media ir y volver. Hacemos un trozo para ver si podemos vislumbrar más fácilmente la Isla Steward, una reserva natural que está frente a la costa de Bluff. Tiene un nubarrón encima que está descargando agua, así que se ve poco. Nos conformamos con eso y al cabo de 40 minutos damos media vuelta. La jornada de hoy es una contrareloj y decidimos invertir el tiempo en comer un poco bien.

A las 11:30 de la mañana nos sentamos en uno de los dos restaurantes de la placita para comer (qué guiris somos, no???). El restaurante es una preciosidad. Está frente al mar y lo regentan un par de mujeres mayores súper amables. Nos pedimos un variado de pescado (calamares rebozados, salmón, gambitas,…) y los típicos mejillones VERDES de Nueva Zelanda.

El platazo es descomunal, y aunque gastronómicamente les daría un par de indicaciones (el aceite de oliva no saben lo que es, y las gambas están muchísimo mejor a la plancha con un poco de sal y limón), la verdad es que lo encontramos todo muy bueno y dejamos los platos relucientes. Para finalizar un té con leche y un chocolate caliente. Para calentarnos un poco de cara al viaje.

Las amables señoras del restaurante nos confirman que no podemos dejar de ver la zona de los Catlins, y que en lugar de subir por la carretera del interior, lo hagamos bordeando el mar. Es un camino lento, pero el paisaje vale la pena. La costa recortada y el mar bravo batiendo las rocas es una gozada.

Paramos en los 4 puntos que nos han recomendado: Curio Bay, Pourpose Bay, Purakaunui Bay y Nugget Point.

En los dos primeros podríamos ver pingüinos y focas, pero lamentablemente no se dejan ver…. :(
Los dos últimos son de lo mejor. En Nugget Point hacemos un paseo de 20 minutos para ver otro de los famosos faros de Nueva Zelanda. Aparece después de un recodo del camino. Precioso!!! Ya es oscuro, pero también nos cebamos a fotos. Veremos qué es lo que sale.

En el camino, sobre las rocas donde baten las olas, retozan unas focas. Parece una madre con sus crías. Algo es algo, al fin vemos un animalito!! Ya es oscuro y el frío arrecia, así que llegamos al coche muertos de frío.

Ya no paramos hasta Dunedin. De todas formas, con el madrugón y con la oscuridad que nos envuelve, nos entra una modorra que nos obliga a parar para echarnos una siestecilla. Tendría que ser de unos 30 minutos, pero nos columpiamos y acaba siendo de una hora. JURL!!!

El camino hasta Dunedin se nos hace eterno y sufrimos un poco para llegar. Afortunadamente nos cuesta poco encontrar el camping y podemos cenar prontito dentro de la caravana (qué malas están las salchichas, por Dios!!!! Ajjjj!!!). El día ha sido largo y nos hemos pegado una paliza monumental. Hoy vamos a romper la cama por la mitad. Seguro!!!

A dormir…. Sssssssssss!!!


Carlos :)